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Toniná

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Toniná

A 85 Km de San Cristóbal de Las Casas, en el estado de Chiapas, Toniná es un espacio sagrado constituido por una montaña artificial de 7 plataformas levantada sobre una colonia calcárea que domina un extenso y alargado valle.

Toniná vivió su apogeo entre finales del siglo VI y principios del X d.C. y fue una potencia militar como lo testimonian las abundantes representaciones de prisioneros en estuco y piedra. Su más importante gobernante fue Tzots Choj, "Murciélago-tigre". En Toniná se escribió en 909, la última inscripción de los mayas de la época clásica.

En este lapso el asentamiento prehispánico coexiste con los mayas de las ciudades clásicas de Tikal, Copan y Palenque, así como también con las nuevas como Uxmal y Kabah de la península de Yucatán. Con las primeras comparte la vieja iconografía de monstruos de la tierra, deidades acuáticas, aves celestes y dragones del inframundo, además participa de la nueva iconografía basada principalmente en dos símbolos: la greca espiral escalonada y Chaac, dios del agua. Arquitectónicamente, también se observan relaciones con esos dos mundos mayas por una parte, los templos tienen los rasgos típicos de las ciudades clásicas, además de tener escaleras de adorno, como las de los templos Chenes de Campeche y la planta del Palacio Principal que tiene forma Puuc, como los de Yucatán.

Al sitio se accede por la cancha del juego de pelota de los prisioneros, una de las mayores de su tiempo, situada en la gran plataforma, donde también se yergue el Altar de Sacrificios y se abre la cancha del juego de pelota de los Katunes, junto al cual hay varias muestras escultóricas. El palacio del inframundo se esconde en la tercera plataforma, mientras que en la cuarta se halla palacio de las grecas y la guerra, cuya fachada está compuesta por cuatro grecas espirales escalonadas.

Sobre el talud de la sexta plataforma se ubica el mural de los cuatro soles, una especie de códice hecho en estuco que representa el mito de las cuatro ereas cosmogónicas por las que atraviesa el mundo.

En él, los soles de cada ciclo están representados por cabezas humanas que caen. Sobresaliente es la representación del Dios de la Muerte que sostiene en sus manos la cabeza de un decapitado. También en la sexta plataforma esta el templo de Monstruo de la tierra, con la representación en estuco del Monstruo devorando a una esfera solar de piedra. Este templo está orientado de acuerdo a los solsticios del invierno y primavera. Por último, sobre la séptima plataforma se levantan los templos de los prisioneros y el del espejo humeante, el principal en el punto más elevado del conjunto, el más alto de Mesoamérica.

Toniná sobrevive al derrumbamiento del viejo imperio maya y coexiste con los toltecas de Tula y Chichen Itzá. Después de este periodo se inicia un proceso de destrucción impresionante, se decapitan y destrozan las esculturas; la acrópolis es utilizada como necrópolis por nuevos pueblos que al enterrar a sus muertos saqueaban viejas tumbas y ofrendas, a la vez que perforaban templos y palacios. Más de mil años después de la destrucción del espacio sagrado, el monstruo de la tierra lo ocultó casi por completo con su manto vegetal. Actualmente y después de diez años de trabajos arqueológicos, se puede caminar nuevamente por él.

 


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